Mientras la gente se acomodaba para ver a los novios bailar el vals, nos fuimos al cuarto de baño. Entrar fue fácil. Salir era lo complicado, aunque realmente no queríamos salir de ahí. Estar en silencio me costaba. Seguro que se me escapó algún gemido. Por supuesto, cornudo, que me lo follé. No te hagas esas preguntas idiotas que sé que te estarás haciendo. Es obvio que me lo follé. Que no te quepa la menor duda.
Que no te quepa duda de que he vuelto a hacerte cornudo, con tu consentimiento de novio cornudo e impotente. Aunque esta vez no te había comentado nada, la verdad, pero sabes que no hace falta porque mi libertad es total y absoluta, mientras tú sigues ahí en castidad total. Para mí todo el placer. Para ti el placer de ver que yo lo tengo al humillarte y hacerte cornudo.
Así que déjame contarte que fue fabuloso. Me la metió hasta el fondo y más de algún gemido se me escapó. Este macho tenía un buen paquete y una lengua de oro. Me hizo correrme mientras me hacia sexo oral y me hubiera gustado que vieras qué lengüetazos le daba a mi coño, acompañado de pequeños mordiscos. Ufff de solo recordarlo me excito.
Al salir de ahí seguimos disfrutando la fiesta, pero quedamos de vernos al día siguiente. Y pasó por mí y fuimos a desayunar a las afueras de la ciudad porque allí hay un club de yates. Su familia (o amigo, no sé), tiene una cabaña, así que hicimos uso de ella. Follar y hacerte cornudo a la orilla del lago ha sido fabuloso. Todo el día follando. 7 orgasmos mínimo, porque me ha dado por todas partes como me gusta. Adoré ponerme en 4 y mirar el atardecer en ese hermoso lago.
Y en un momento dado le dije: Antonio estará feliz por mí. Y él me preguntó quién era Antonio. Le dije que era mi novio y él se sorprendió, y bajó el ritmo de la follada. Le dije. "Tranquilo. Es mi novio cornudo y el ama que yo lo humille y lo haga más cornudo con machos bien dotados como tú”. Y sin duda su ego subió porque después de saber de ti, no paró ni un segundo.
Cada vez lo hacia más fuerte, más de prisa como si quisiera desgarrarme el coño, lo notaba, y yo quería que me desgarrara. ¡Vaya macho! Qué pena que no sea bien parecido....pero qué delicia que tenga tan tremendo pollón porque lo que más me excitaba era lo gorda que la tenía, mi amado cornudo impotente.
Esa polla debió estar en tu boca para que te dieras cuenta lo gruesa que era y, sobre todo, lo feliz que me hacía. Aún siento abierto el coño. Y esta tarde, mientras lo recordaba me ido al aseo y, ¿sabes?... sigo mojada. wow que paquete, wow que macho, wow que placer.
Te quiero, mi cornudo impotente
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